EL REY (capítulo 16 de la novela "Aurificios")
¿Recuerdas la primera vez que fui a visitarte? Eras un niño. Te llevé una bolsa. Ahí estaba el oro. Dije que iba a ser tuyo. Te lo entregaría si pasabas una noche en el living de tu mamá, en permanente oscuridad junto a los muertos que habitaron esa casa. Tuviste entonces el coraje para entrar, pero al final saliste corriendo. Atravesaste el patio para regresar a la casa de tus abuelos. Dejaste la puerta abierta y subiste las gradas sin respirar. Yo te seguía, con la bolsa en la mano. Llegué hasta la puerta. Me recuerdas vestido con la ropa de los naipes, la K de rey inglés: manto rojo, barba castaña, chaleco azul y una corona. Grité desde el umbral del portón de madera, aquél donde esperabas a tu madre, algunas noches, para espantarla. El chiste de asustarla nunca salió bien –sólo creó un juego en el que resbalabas por las escaleras para sentirte un monstruo. Grité. Volteaste, esperando un reproche. En cambio, saqué una pelota de la bolsa y la lancé. La agarraste y continuaste el asce