Recuerdos extranjeros
Listen... Life and Death that is what I brought to her man.
Imagino más bien una desorbitación, es decir, propiamente una erección del ojo: su vocación de dar golpes, golpes que el impotente pincel todavía no sabe dar. Y todo eso tiene lugar justo mediante una alteración del humor, el ojo se inyecta de sangre. Y aquello era la vida que faltaba al cuadro: una mescolanza reticulada, una fibrina, improyectable, inyectable únicamente de humores blancos y rojos: espuma y sangre. (G. Didi-Huberman, "La pintura encarnada")